domingo, 26 de mayo de 2013

TECLA. LAS CIUDADES Y EL CIELO. 3


El que llega a Tecla poco ve de la ciudad, detrás de las cercas de tablas, los
abrigos de arpillera, los andamios, las armazones metálicas, los puentes de madera
colgados de cables o sostenidos por caballetes, las escalas de cuerda, los esqueletos
de alambre. A la pregunta: —¿por qué la construcción de Tecla se hace tan larga?—
los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba
abajo largos pinceles: —Para que no empiece la destrucción —responden. E
interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a
resquebrajarse y hacerse pedazos, añaden con prisa, en voz baja: —No sólo la ciudad.
Si, insatisfecho con la respuesta, alguno apoya el ojo en la rendija de una
empalizada, ve grúas que suben otras grúas, armazones que cubren otras armazones,
vigas que apuntalan otras vigas.
—¿Que sentido tiene este construir?—pregunta—. ¿Cuál es el fin de una
ciudad en construcción sino una ciudad? ¿Dónde está el plano que siguen, el
proyecto?
—Te lo mostraremos apenas termine la jornada; ahora no podemos
interrumpir —responden.
El trabajo cesa al atardecer. Cae la noche sobre la obra en construcción. Es una
noche estrellada.
—Éste es el proyecto— dicen.

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